¡GENERACIÓN BENEDICTO!
Multitudinarios encuentros en la JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD, Agosto 2011
La única imagen de Papa que tenía, era la de Juan Pablo II. Mi mente de niña no podía imaginarse a nadie más ocupando la silla de Pedro. Su muerte y la sucesión de Joseph Ratzinger como Romano Pontífice coincidieron con mi paso a la adolescencia, la etapa en que la religión deja de ser una "costumbre familiar" y la misa una "obligación del domingo", para ser un camino a seguir libremente a lo largo de la vida.
Pasado el Cónclave del 2005 se hablaba del nuevo Papa como un hombre conservador y poco carismático. Sobraron las comparaciones con su predecesor y no faltó quien lo tache de anticuado, incluso de "¡nazi!". No sabíamos que pensar de este hombre de la región de Baviera, pero bastó su primer encuentro con los jóvenes en Colonia, el mismo año de su elección, para romper unos cuantos esquemas. El Papa a quien llamaban frío y serio, conquistó a todos con su sonrisa, su edad al ser elegido no le impidió viajar y tener una apretadísima agenda, y cuantos hemos podido seguirlo (de cerca o de lejos), nos hemos dado cuenta que si hay algo que no le falta es carisma. Es verdad, Ratzinger no es Wojtyla. Estábamos acostumbrados a un hombre al que le apasionaba desde joven el teatro y el poder relacionarse con mucha gente, y de pronto nos encontramos con una persona tímida que prefiere pasarse las horas escribiendo y sentado al piano. Sin embargo su manera de tratarnos, (como si nos conociera personalmente), con cada saludo: "Queridos jóvenes amigos", lo convirtió en el Papa de los jóvenes. Sin ir muy lejos, basta ver la movida en Madrid hace dos años. No conozco artista alguno que haya reunido a tantos jóvenes de todo el mundo, durante días, en un solo lugar sin importar el calor o la lluvia.
Benedicto XVI ha sido un ejemplo para el mundo de hoy. En medio de tanta mediocridad, nos ha mostrado que hay verdades que no cambian; donde se trata de maquillar las palabras no le ha faltado el valor para decir las cosas de frente: al pan pan y al vino vino. Siendo un hombre brillante no ha buscado sobresalir entre los intelectuales, sino que nos ha entregado sus ideas y conocimientos en tantas cartas, encíclicas y audiencias. Pero, sobre todo, nos ha dado una lección de humildad que ha sido una bofetada para un mundo que se aferra al poder.
Lo han insultado y malinterpretado de mil modos, pero él nos ha enseñado a callar ante las palabras vanas y a no guardar rencor y perdonar de corazón; entre tanta gente que se siente indispensable para que la Tierra siga girando, ha sabido medir sus propias fuerzas, y por todas las veces que ha bajado la cabeza ante falsas acusaciones, ahora se retira con la frente en alto. Pudiendo mostrar a todos lo que ha hecho por la Iglesia Católica, y por el mundo entero, se despide pidiendo perdón por sus defectos y ¡agradeciéndonos de corazón!
No Santo Padre, gracias a usted. Gracias por considerarnos sus amigos cuando el resto del mundo nos ve como una "juventud perdida", gracias por motivarnos a luchar por nuestros sueños, gracias porque se ha gastado al servicio de su Iglesia, una Iglesia que es joven y que está viva a pesar de que muchos quieran destruirla, gracias porque sabemos que se seguirá gastando por ella en oración, hasta el último instante de su vida.
No hay palabras suficientes para hacerle llegar nuestro cariño, y no se me ocurre mejor modo de agradecerle que repitiendo el grito de la última Jornada Mundial: "¡Esta es la juventud del Papa!".¡Esta es la Generación Benedicto!
Ana María Castellón Ch.Quito, Ecuador
